Pérdidas.
El primer día sientes que te vas a morir, literalmente, de pena. Sientes que en cada lágrima que derramas se va una parte de ti, parece que te va a estallar la cabeza y los ojos se te hinchan. Al día siguiente te despiertas como si estuvieras de resaca, no puedes con tu cuerpo y el dolor de cabeza sigue ahí. Pero ya no salen lágrimas, es como si te hubieras quedado sin ellas. No paran de venirte imágenes y momentos a tu cabeza, y el corazón se te encoje, como cuando tienes frío. Porque estás acompañada pero te sientes sola. Pasaran los días, pasaran las semanas y la pena nunca se irá pero aprendes a vivir con ella. No le dejas que lo nuble todo, porque la vida sigue mereciendo la pena y nunca mejor dicho. Hablo del duelo, de la pérdida. Da miedo, te lo aseguro, no he sentido más miedo en mi vida. Porque hacerse a la idea de que ya nunca estará es lo más duro que he tenido que hacer en mi vida y ojalá sólo hubiera sido una vez. Pero es parte de la vida, unos se van y otros llegan. Hac